En el momento en que Samantha admite el empleo como enfermera para cuidar de Gabriel Fairchild, absolutamente nadie piensa que aguante mucho más de un día. Su tarea es desmoralizadora: Gabriel, otrora un joven y apuesto oficial adorado por todas las mujeres, es en este momento un hombre roto. La metralla lo cegó para toda la vida en la batalla de Trafalgar, y vive desde ese momento recluido de un mundo que no sabe ofrecerle mucho más que una dolorosa compasión que él desdeña. Sin embargo, Samantha sabe ver, bajo la coraza de ironía y mal genio, al hombre seductor y apasionado que prosigue vivo en el interior de Gabriel; un hombre que no necesita la visión para conquistar perdidamente a una mujer… Un duelo de voluntades comienza en la mansión de los Fairchild, cuando Samantha procura que él recupere el orgullo y la alegría de vivir a pesar de las tinieblas. Pero absolutamente nadie sospecha que ella almacena su propio secreto, uno mucho más oscuro y profundo que la negra noche de la ceguera.