La vida son recuerdos.
Nos pasamos la vida recordando.
¿Exactamente en qué instante nos conocimos? ¿Dónde habré dejado las llaves? ¿A quién me recuerda esta canción? ¿A qué hora era la asamblea?
De cuando en cuando nos atrae echar la vista atrás para recordar instantes vividos, días especiales y personas que ya no están pero que, allí donde estén, nunca querrás olvidar.
Otras, en cambio, nuestra mente nos hace retroceder a justo todo lo contrario: a instantes que no deseas recordar, días que desearías no haber vivido y a personas que ya no pintan nada en tu vida.
Ahí, acurrucados y almacenados en nuestro cerebro, admiran el paso de nuestra vida.
Nuestros recuerdos, buenos o pésimos, nos van transformando en todo lo que somos.