Atraído por el teatro desde sus tempranos tiempos de maestro de escuela, Alejandro Casona (1903-1965) fue nombrado en 1931 directivo del ambulante «Teatro del pueblo». Conectar a este último con la escena constituyó su permanente y fundamental propósito. Si la Sirena varada significó su consagración como dramaturgo, Los árboles mueren de pie representa uno de sus éxito más visibles. Casona ha sido acusado con cierta frecuencia de «evasionista» que cierra los ojos a la verdad circundante. Estas dos obras, que resumen -puede decirse- su pensamiento, vienen a desmentirlo. Pues lo que Casona enseña en ellas es que si reducirse a lo brevemente real deshumaniza, la evasión en lo irreal termina empobreciendo el espíritu. Sólo la armonía de una y otra dimensión deja lograr la realización plena del hombre. Carmen Díaz Castañón, Catedrática del I.N.B. de Mieres del Camino y increíble conocedora de la obra de su paisano, proporciona en esta edición una pauta de lectura que evidencia los valores literarios, al tiempo que revela los latidos humanos que alientan en estas dos obras, ahora tradicionales, del teatro español contemporáneo.