En la Barcelona postolímpica, que aspira a ser capital de la modernidad pero puede quedarse en capital de la modernez, los bares de diseño han cedido el paso a las cafeterías de ladrillo visto y falsas sacas de café. Pero no todo son malas novedades: el café ha mejorado, y por el momento no es aquel líquido de desinfectar máquinas que había dado popularidad mundial a la restauración española. De esta manera ve las cosas Ramón Tàrrega, el personaje principal de este libro, una especide de bon vivant concienciado, a quien una herencia bien administrada ha convertido en ocioso profesional. Desde hace años, trabaja en la redacción de un tratado de cocina catalana, pero se deja distraer por los encargos del comisario de policía Siró Ramos, buen amigo y compañero de peña gastronómica. Entre el urbanismo pletórico del Fórum 2004 y la pervivencia de barrios donde la droga cuesta lo mismo que un bulto de macarrones, habitan personajes inusuales: un hombre que vive en la clandestinidad desde la guerra civil, un conjunto de tertulianos del degradante planeta del espectáculo radiofónico, o un gastrónomo visionario atormentado por su infalible sentido del olfato…