Además, las minuciosas descripciones de los menús de dentro, la arquitectura del buque, la decoración y las pinturas kitsch de sus salones, las inoportunas alegorías de la Paz y del Avance. Y todo ello embalsamado en el enorme vacío del agua. Pero no solo se trata de este hundimiento registrado en los documentos de la Historia: como espectro, el Titanic sigue navegando. Su actualidad está probada por la puntualidad con que su destino sigue reflejándose en películas, fantasías y pesadillas. El poema trata también de este Titanic imaginario, de este «naufragio mental».
La redacción de este libro se inició en Cuba en 1969, se realizó a lo largo de casi diez años y se abandonó y reemprendió múltiples ocasiones durante este tiempo. Elogio de la provisionalidad y de la duda, este poema refleja asimismo la crisis del componente marxista que ha perdido las ilusiones; no se adopta una «situación adecuada», la justicia de la poesía no es de este orden: en el caso de duda, está de parte de quienes sucumbieron en el naufragio.