Natalie cuenta su amistad, una relación mezcla de odio, cariño y admiración, con Tulip, una pequeña diferente a todas las otras. Desde el instante en que la conoció a los ocho años, Natalie se siente atraída por Tulip y por todo lo que ella significa: libertad, brillantez y un imán hacia todo lo contraindicado. Natalie vive en el Palacio, un hotel del que es directivo el señor Barnes, su padre. Los padres de la pequeña saben que Tulip no es buena, pero saben también que no pueden rechazarla. Además de esto, está marcada por la trayectoria de unos padres también distintas. Así, será nuestra Natalie la que deba pelear para separarse de la que siempre y en todo momento ha sido su mejor amiga. En el momento en que lo hace, no se arrepiente de los momentos vividos. Pero lamenta no haber podido cambiar los malos aspectos de su amiga.