Reikiavik

Imaginemos un tablero de ajedrez en un parque cualquiera. Imaginemos que este tablero es, al tiempo, otro ubicado lejísimos de allí, en Reikiavik. Y que los 2 hombres que juegan en ese parque y en ese tablero, Waterloo y Bailén, de todos modos juegan a ser otros: el indómito y excelente Bobby Fischer contra Boris Spasski, tan muy elegante y sensible como discreto. Todo lo mencionado sucede en este momento, sí, pero al tiempo en el verano de 1972, durante el campeonato de todo el mundo de ajedrez más famoso de la historia. De pronto, un adolescente se detiene ante ese tablero, lo mira, desplaza una parte… La partida ha comenzado, y algo nos comunica que la vida de ese jóven está a puntito de mudar para siempre.