Conocedor de una amplia literatura sobre la materia, Emilio Castelar proporciona en Recuerdos de Italia la síntesis determinante de su pensamiento y estilo. Sobre la emocionalidad impresionista de cuantas vivencias han quedado “grabadas en el corazón y en la memoria”, el creador realiza descripciones de monumentos y obras artísticas o de paisajes con “personalidad histórica”, apoyado en fecundas digresiones que son el fruto de su cultura enciclopédica. A caballo ente la nostalgia del desterrado y el optimismo de quien “ya tiene por patria la Europa redimida”, Castelar recorre la crónica de la civilización relacionada a la doble herencia, con sus luces y sus sombras, de Roma y el cristianismo. Las playas hermosísimas de Capri, la pintura de Miguel Ángel en la Sixtina o el cementerio de Pisa son varios de los niveles visitados por el escritor y político gaditano. El deber político de Castelar revela a quien se consideró a sí mismo como “el demócrata más adelantado de Europa”, un idealista atraído por el avance material, sin el que no interpreta la independencia, y en quien convergen el romántico que declara ser y el positivista en quien elude reconocerse.
Libro solamente conocido que era el más valorado por su autor y quizás el que mejor ejemplifica la intención y alcance de su literatura.
Libro solamente conocido que era el más valorado por su autor y quizás el que mejor ejemplifica la intención y alcance de su literatura.
