El Padrenuestro me era incomprensible hasta que lo desglosé visualmente en imágenes específicas. El poder y la gloria estaban representados por un arco iris y una torre eléctrica. […] La intención es un término difícil de ver. Cuando lo pienso, imagino a Dios lanzando un rayo. Otro adulto autista me mencionó que para ver «que andas en los cielos» imaginaba a Dios en un caballete de pintor encima de las nubes. Temple Grandin
Para la mayoría de nosotros, va a ser difícil imaginar lo que es querer ser abrazado y, sin embargo, sentir todo contacto como una agresión; oír las suaves olas que rompen en una playa como un ruido espantoso; no ver un jardín, sino más bien trozos sueltos de flores; ser inca-paz de reconocer a una persona si no se la ha visto antes quince ocasiones. Para los autistas, sin embargo, esta es su relación con el planeta. ¿No nos parecerá entonces incluso más sorprendente que una mujer autista llegue a forjarse una carrera brillante en la industria ganadera y que sus originales instalaciones hayan sido adoptadas en granjas y centra-les cárnicas de múltiples países de todo el mundo? Mezclando autobiografía y divulgación, Temple Grandin despeja en Pensar con imágenes los misterios del autismo, contando desde dentro su origen y tratamiento, sus maneras de pensar y de sentir, la frustración asociada a sus limitaciones pero asimismo el modo perfecto de aprovecharlas y convertirlas en ventajas. Éste es el testimonio impresionante de una personalidad impresionante, que, como dice Oliver Sacks, «charlaba repetidamente del androide de Star Trek, Data, y de cómo se identificaba con él pues era un «ser lógico puro», pero asimismo afirmaba que, como él, anhelaba ser humana».