La cárcel está en su cabeza. En Beltaríh, capital de Saphen, las cárceles hace un tiempo que fueron reemplazadas por un dispositivo neuronal llamado C-BeCon, un cultivo sintético que aplica descargas de dolor para impedir las conductas criminales. A los portadores del temido C-BeCon se les marca con un lunar en el párpado inferior izquierdo, el que, aparte de usarse como célula de registro criminal, se utiliza para estigmatizar y discriminar a los cebeconeados. A Úrsula Erikson, una creciente estrella del teatro nacional, este castigo criminal le parecería bien, de no ser por el hecho de que se consideran conductas criminales prácticamente todas las que se salgan de la norma establecida, como la homosexualidad o los trastornos psicológicos. En esa sociedad, donde a Úrsula no le queda más antídoto que ser discreta y no poner en compromiso su mayor misterio, comprenderá que la única persona en quien va a poder confiar es asimismo la menos esperada. Nivel diez es la ópera prima de Fani Álvarez, cuya capacitación en Neuropsicología puede verse reflejada en ella. En esta distopía, la autora ha querido examinar cómo sería una sociedad en la que los avances en tecnología pueden ser fuente de represión en el momento en que no van en consonancia con los adelantos sociales y donde el amor sigue siendo el salvavidas para los oprimidos.