La obra de Turguénev representa un nuevo período en el avance del realismo crítico ruso. En la década de 1840 fue el más importante representante de la corriente ideológica literaria que se basa en las esperanzas de ilustración de la nobleza. Partícipe de la creación de la literatura de vanguardia y tratando de retratar objetivamente en su obra la vida de los campesinos, ofreció a sus contemporáneos y dejó a la posteridad un extraordinario ciclo de cuentos, Memorias de un cazador, que por su tendencia, opuesta al tiránico régimen de servidumbre que imperaba en Rusia, como por su valor literario, marcó una época.
La publicación de Memorias de un cazador ocasionó una profundísima impresión en los que leen rusos. Los retrógrados la consideraron una «obra incendiaria» y el creador fue sometido por parte de las autoridades a una angosta supervisión. La aldea rusa, sus campesinos, jamás habían sido descritos con tal profundidad sicológica y tanta simpatía. Su sagacidad práctica, su clara inteligencia, su sensatez, su honradez y grandeza se contraponen con frecuencia con la figura del terrateniente despiadado, carente de ética y también intelectualmente con limite.
La publicación de Memorias de un cazador ocasionó una profundísima impresión en los que leen rusos. Los retrógrados la consideraron una «obra incendiaria» y el creador fue sometido por parte de las autoridades a una angosta supervisión. La aldea rusa, sus campesinos, jamás habían sido descritos con tal profundidad sicológica y tanta simpatía. Su sagacidad práctica, su clara inteligencia, su sensatez, su honradez y grandeza se contraponen con frecuencia con la figura del terrateniente despiadado, carente de ética y también intelectualmente con limite.
