Catherine Meurisse tuvo la gran suerte de crecer en el campo,donde estuvo cercada de piedras, de árboles, tal como de una«obra» en marcha enfrente de sus ojos: la finca que sus padresestaban renovando para instalar allí a la familia al terminado.Una vivienda grande y antigua que se transforma. Llegan multitudde árboles que plantar, existe un jardín en el que soñar… Meurisseobserva así la naturaleza por vez primera, y nace asísu gusto y deseo por la creación, los principios de su vocación: diseñar.Con humor y ternura, la autora relata el paraíso de la infanciaperdida por medio de la naturaleza, el arte y la literatura. Losgrandes espacios nos comenta la historia de la Catherineniña, y aprovecha para señalar el sitio donde se lleva a cabo laimaginación en sepa de limitaciones. Todo es libertad.