A lo largo de cuatro o cinco meses al año la banda sonora de nuestra vida día tras día en jardines, bosques, campiñas, costas, marismas, montañas, pueblos y ciudades es un milagroso concierto con eones de pericia composicional y cambios muy, muy finos detrás: los cantos de las aves. Y le prestamos la misma atención que al hilo musical más miserable de un centro comercial. Antes, nuestra literatura, música y cultura entera bebían de esta fuente como un sustento importante de cada día, convirtiéndola en arte. Este libro es un intento de reavivar ese asombro y esa admiración. En el primer capítulo escuchamos este torrente de canto en la civilización de otrora. Los siguientes examinan la relevancia de los cantos para las aves mismas, preguntándonos por qué cantan (más que nada al amanecer), de qué forma los cantos se han creado a lo largo del tiempo y de qué forma están mudando con los tiempos recientes, por qué nos suenan tan demasiado bellos y si les suenan bellos a ellas. Terminamos con un homenaje al “top twenty”, una cuenta atrás de las veinte mejores aves cantoras que podemos oír cada primavera en España. En un «abrir de oído» podemos re-enchufarnos a una belleza sobrecogedora que nunca ha dejado de sonar a nuestro alrededor, pero sí de apreciarse en nuestra cultura.
