Del mar aprendí a romperme y aun así regresar a bailar. A nadar a contracorriente incluso con el agua al cuello. A hundirme y a salir a flote. A abrazarme tras cada naufragio. A ahogar aquellos temores que mucho más pesan en el pecho. A soltar lastre. A llorar y que no se note que ha llovido. A estimar a la soledad con la que se comparte una playa desierta. A coger a mi pequeña interior de la mano y, juntas, saltar las olas de la orilla con una risa de esas que contagia. A ser la paz que sigue a la tormenta. A fondear a la vera de quienes me hacen sentir a salvo. A levar ancla y distanciarme de donde puedo regresar a tropezar y encallar.Del mar aprendí a soñar. Y volar.Del mar aprendí a salvarme a mí misma.Lo que le conté al mar está compuesto por todas aquellas olas que me hicieron flotar y asimismo naufragar. Por todos aquellos mensajes que escribí en la arena para intentar rescatarme a mí misma. Por mareas altas que me enseñaron a valorar la calma de la bajamar.