La Infanticida se presenta, en su formato original, como un “manifiesto” en el que la joven protagonista, Elena, narra su decisión de cometer un acto de “infanticidio” –aunque el término es, en realidad, el de “suicidio selectivo”. El libro está estructurado de manera no lineal, presentando una serie de “memorias” y reflexiones que se entrelazan y se superponen, creando una atmósfera de confusión y dislocación. Elena justifica su acto no con una motivación racional, sino con una “intuición” que le dice que la vida es un sufrimiento innecesario y que el único acto de amor posible es el de “liberar” al niño de ese sufrimiento.
La narrativa se centra en la vida de Elena, una joven intelectual que se siente aislada y desencantada con el mundo que la rodea. Desilusionada con las convenciones sociales y con la falta de sentido de la vida burguesa, Elena busca una forma de trascender la realidad y de encontrar una forma de justicia en un mundo que considera injusto. La obra explora la crisis existencial de la mujer modernista, atrapada entre las expectativas sociales y su propia búsqueda de libertad e independencia. Este “manifiesto” se desarrolla a través de una serie de escenas, fragmentos y reflexiones que revelan la creciente obsesión de Elena y su creciente desconexión de la realidad circundante. Elena utiliza el lenguaje de manera poética y evocadora, empleando metáforas y símbolos para expresar sus pensamientos y emociones más profundas.
La obra está profundamente influenciada por las corrientes filosóficas y artísticas de la época, especialmente el existencialismo y el impresionismo. La idea de que la vida es una carga de sufrimiento, que la felicidad es una ilusión y que la muerte es una liberación, es una idea que se encuentra en las obras de Schopenhauer y Nietzsche. La influencia del impresionismo se manifiesta en el uso de la imagen y en la búsqueda de la belleza en lo efímero y lo subjetivo. Elena se siente atraída por el mundo de los sueños y de las sensaciones, buscando en él una forma de escapar de la realidad. El acto del suicidio selectivo se convierte, por lo tanto, en una forma de autoexpresión y de rebelión contra las normas sociales.
El «manifiesto» de Elena se articula a través de una serie de episodios que constan de “memorias” y reflexiones, cada uno de ellos marcado por una profunda melancolía y un sentimiento de alienación. Estas escenas, a menudo fragmentadas y descontextualizadas, muestran la progresiva desintegración mental de la protagonista, quien se siente cada vez más desconectada de la realidad y más atraída por la idea del suicidio como una forma de liberación. La obra no ofrece una explicación racional de la decisión de Elena, sino que la presenta como un acto de “intuición” o de “destino”, lo que aumenta la ambigüedad y el misterio de la narración.
La obra se centra en la relación entre Elena y su esposo, Gabriel, un intelectual adinerado y culto, pero igualmente desconectado de la realidad. La relación es fría y distante, basada en el mero interés intelectual y en la obligación social. Gabriel representa el mundo de la burguesía y de la cultura, y representa el sistema al que Elena se opone. El matrimonio, lejos de ser una fuente de consuelo y de estabilidad, se convierte en un símbolo de opresión y de alienación. A medida que Elena se acerca a la decisión final, la figura de Gabriel se desvanece en la narración, perdiendo toda importancia y significación.
A lo largo de la obra, se utilizan numerosos símbolos para expresar los pensamientos y emociones de Elena. El color blanco, representa la pureza y la inocencia, pero también la frialdad y la muerte. El agua, representa la vida y la muerte, y la posibilidad de renovación y de purificación. El caballo, representa la fuerza, la libertad y la capacidad de superar los obstáculos. Estos símbolos, utilizados de manera sistemática, añaden una capa de complejidad a la narrativa, y permiten al lector comprender la visión del mundo de Elena. La obra, en última instancia, es un retrato de la crisis de identidad y de la búsqueda de sentido en una sociedad que no ofrece respuestas claras y fáciles.
Opinión Crítica de La Infanticida: Un Desafío Literario y Social
La Infanticida es, sin duda, una obra provocadora y controvertida. La decisión de Elena de cometer suicidio selectivo, si bien descrita de manera poética y simbólica, es perturbadora y puede generar rechazo en el lector. No obstante, es importante reconocer el valor literario y el significado social de la obra. Representa un anhelo de libertad y de autonomía, y una crítica implícita a las convenciones sociales que reprimían la vida de la mujer.
Si bien la obra puede ser difícil de leer y de comprender, es un ejemplo singular de la literatura modernista. La forma experimental de narración, el uso de símbolos y metáforas, y la profundidad psicológica de la protagonista, la hacen una obra mantenible en el tiempo. La Infanticida no es una obra fácil, pero es una obra que nos invita a cuestionar nuestras propias convenciones y a reflexionar sobre la naturaleza de la vida y la muerte. Se podría recomendar como lectura para aquellos que buscan obras desafiantes y que abordan temas complejos.
Sin embargo, es esencial abordar la obra con una perspectiva crítica. La representación del suicidio, incluso dentro de un contexto artístico, puede ser perjudicial, especialmente para personas que puedan estar experimentando dificultades emocionales. Se requiere un enfoque cuidadoso y respetuoso al leer y estudiar La Infanticida, reconociendo la complejidad de las ideas que presenta y evitando la romantización del suicidio. La obra es un documento histórico valioso que refleja las tensiones y contradicciones de la época, y debe ser interpretada con sensibilidad y conocimiento. La Infanticida es un libro que sigue resonando hoy en día por su valentía y por su compromiso con la libertad y la verdad.
