La historia moderna de la Iglesia es el cuadro historiográfico de la Iglesia católica en los siglos XVI a XVIII. Se corresponde con la historia política de Europa y sus prolongaciones en otros continentes y países en cuyas sociedades y etnias está presente el cristianismo y singularmente la Iglesia católica con estructuras permanentes. El historiador busca ante todo entablar el perfil de la Iglesia en los variables contextos de la Modernidad: presencia territorial, campo político, configuración institucional y expresión cultural. Y apunta los protagonismos concretos que la mueven y definen: la jerarquía eclesiástica, las iglesias locales, los principios eclesiológicos, la vida sacramental, las instituciones con sus carismas particulares…
De manera convencional se presentan en esta etapa histórica de la Iglesia tres instantes y contextos históricos con nombres y especificaciones bien mar cados que cabe conceder globalmente a cada siglo: en el siglo XVI, la Reforma; en el siglo XVII, el Barroco; en el siglo XVIII, la Ilustración.
Al diseñar la vida de la Iglesia católica a lo largo de la Modernidad, nos fijamos con más atención en los siguientes puntos: la implantación territorial, la organización institucional, el panorama doctrinal, la vida cristiana de las comunidades y el importancia de la jerarquía.