faro, por entre los últimos fareros de este país.
Las ilustraciones están efectuadas por Itzi Hernando, que ha dado vida a cada relato con su mano artística y su
especial imaginación. La mayor parte de las narraciones cuentan escenas cotidianas, sin desgracias demasiado
sanguinolentas ni terrores sobrenaturales, intentando de alejar de los faros esa historia de historia legendaria negra que forjaron las novelas
clásicas y algunas películas, que no les hacen justicia.
En el fondo, este libro es un lamento por el milenario oficio de farero que, por la presión de las novedosas
tecnologías y la tiranía de la rentabilidad, está en vías de extinción. Si bien, si lo pensasen bien se darían
cuenta de que no hay nada más productivo que los faros. Con un gasto mínimo dan un servicio fundamental a los
navegantes, dan inspiración a versistas y narradores, prestan sus imágenes a fotógrafos, pintores y cineastas; dan
motivos para fantasear a románticos y soñadores, aparte de ser sitios de romería para los turistas. ¿Qué más se
puede soliciar? Siempre se charla de que las novedosas tecnologías van a sustituir a los faros, pero ¿alguien vió un
cuadro o ha leído un poema que se dedica al GPS?