F ando y Lis tiene una enorme historia en mi vida. Primero, por la sorpresa de leer un artículo que me estremece siempre y en todo momento, por la bella historia trágica que cuenta; segundo, pues, por encima de todo, sucede una cargada historia de amor; y tercero, y no último, como pulso de una buena catástrofe, siendo el ánimo paradójicamente nacido de su lectura, para mostrar que se puede querer sobre la vida o de qué manera contener todo el cariño que cabe en un cuchillo afilado
No quiero ofrecer muestra de falaz poesía, sino llevar a cabo ver una obra que habla del amor, de la muerte, del viaje, temas que enmarcan grandes historias que se dan dentro de la tradición teatral y literaria de nuestra fábula occidental. Fando y Lis tuvo amor, no diré muerte, pero así está, latente, por no ser retomada en mi propósito creativo posteriormente, como en ocasiones hacen varios directivos; no vive, pero no está olvidada, no fallecida, como Lis
Pero, más que nada, debo decir que me supuso un enorme viaje como creador, como apasionado del artículo y como tolerante labrador de su excelente y preciso momento, ya que entendemos que las tragedias se sirven lentas…