Estás muy callada el día de hoy sigue los pasos la narradora en Buenos Aires tras la muerte de su madre y sus ocasionales viajes a provincias para conocer a su padre, que en este momento vive solo en la vivienda donde ella medró. El lector la ve en diferentes roles: como madre de dos hijos, esposa, hija, hermana, pero también como una niña sin madre. Con el paso del tiempo empieza a preguntarse quién es en el momento en que está sola, sin la necesidad de cuidar de absolutamente nadie más, en el momento en que deja de atender las necesidades de las personas que la rodean.
Recordando su niñez, sus relaciones con sus hermanos y con su madre, notando que ella no está más cerca de su padre en este momento que antes de enviudar, también ve medrar a sus hijos. Sus dos hijas, Rosa y Elena, ya no precisan bastante de ella, pero el menor, Pedro, tiene extrañas obsesiones y padece bastante. Y en frente de ella, siente que cada vez tiene menos en común con su marido, lo que le va a llevar a replantearse su matrimonio.
«Mucho se charla de la literatura del yo, de su valor. La escritura de Ana Navajas reluce en ese género por su suave honestidad: no oculta sus heridas, pero tampoco las deja sangrar en un regodeo morboso. Cada instante que relata tiene un espacio para la reflexión, para la ironía y más que nada para la inocencia» (Página 12).