«El disidente toxicológico parece anclado a una insatisfacción frente al género de existencia propuesto como situación y como salud, bifurcada en 2 líneas básicas: unos pretenden escapar de la existencia pese a ser considerada real y otros pretenden escapar de ella por considerarla irreal, de forma que si los primeros utilizan drogas ilegales para huír hacia una irrealidad, los segundos las emplean para volver a la verdad propiamente dicha. Los primeros son el sector más visible y achicado en número y han introyectado los principios de la cruzada y tan periódica como infructuosamente asisten a servicios de rehabilitación. Los segundos, menos sensacionales y considerablemente más varios, encarnan la disidencia en sentido estricto: consumen drogas moderada o inmoderadamente, pero no se identifican con el universo de símbolos propuesto por la cruzada.»ANTONIO ESCHOTADO