Las mujeres, más que los hombres, han mostrado históricamente el deseo de establecer una relación escencial con las cosas que hacen y con el entender que reciben. Para no perder este contacto han renunciado a la abstracción pura y a las verdades universales, tal como al poder que éstas comportan. Se intentó por parte de las mujeres del propósito de hallar mantener la relación entre el pensamiento y la experiencia. En el texto está implicita una crítica a la civilización de la técnica y de la ciencia, como está establecida, partiendo en un caso así de un sentido más extenso de la ciencia, que sepa ofrecer espacio a la riqueza del entender, que cada caso individual da en toda su singularidad. En definitiva, la ciencia y la técnica «civilizadas» promueven saberes independientes y separados del vivir común. Se propone, en cambio, un entender que toma cuerpo con la experiencia y con la práctica. El libro es fruto de un seminario que planteó estas cuestiones y se desarrolló de la siguiente forma: cada lección fue llevada a cabo por 2 mujeres. La primera, la convidada, era la más importante, no era ni una experto, ni una erudita, estaba allí por el hecho de poseer una riqueza de entender inseparable de su condición personal y del paseo de su propia experiencia; una ama de su casa, una conserje, una enfermera, una psicoanalista, una militante política, una sindicalista y una maestra de escuela. La segunda era una miembro de Diotima que hacía de contrapunto.