El libro se centra en el período crucial de la vida de Carlos de Foucauld, específicamente en su decisión de vivir entre los bereberes del Sahara occidental, comenzando su labor de evangelización y asistencia a los pobres en 1879. Saldaña reconstruye meticulosamente las circunstancias que lo llevaron a esta audaz y aparentemente imprudente decisión. Carlos, un franciscano de la Nueva Congregación, era un hombre de profunda sensibilidad y un ferviente creyente en la necesidad de acercarse a los más marginados y olvidados por la Iglesia. Sin embargo, su forma de actuar, su total entrega a una comunidad que no lo comprendía ni lo aceptaba, y su rechazo a las normas monásticas, generaron conflictos y desconfianza entre sus superiores y sus compañeros. El libro examina, con detalle, la tensión entre la
a Carlos, mostrando su fragilidad, su duda, su frustración y su dolor, así como su valentía, su fe y su amor. La obra evita caer en la idealización, presentando a Carlos como un hombre real, con sus fortalezas y debilidades, un hombre que luchaba con todas sus fuerzas para vivir de acuerdo a su conciencia.
La investigación de Saldaña logra desmitificar la imagen tradicional de Carlos como un santo de una serenidad y perfección inalcanzables. En cambio, nos muestra a un hombre que, a pesar de su fervor religioso, también era vulnerable, que cometía errores y que se enfrentaba a grandes dificultades. Esta honestidad es lo que hace que la obra sea tan conmovedora y relevante, especialmente para aquellos que se sienten atraídos por la espiritualidad de Carlos, pero que a menudo se sienten intimidados por su ejemplo. Es importante señalar que la autora no se limita a presentar un relato biográfico, sino que también ofrece una reflexión sobre los desafíos de la evangelización, la relación entre la fe y la razón, y la importancia de la humildad y la escucha en la búsqueda de Dios.
Sin embargo, el libro tiene algunas limitaciones. En ocasiones, la abundancia de detalles históricos puede resultar un poco densa y dificultar la lectura. Además, la autora, en algunos momentos, recurre a interpretaciones teológicas que pueden resultar controvertidas para aquellos que tienen una visión diferente de la doctrina católica. No obstante, estas son pequeñas objeciones que no empañan la calidad general de la obra. «El Herrmano Inacabado» es un libro que invita a la reflexión y al debate, y que, sin duda, enriquecerá la comprensión del legado de Carlos de Foucauld. Recomendado a lectores interesados en la historia de la Iglesia, la espiritualidad y la figura de los santos. La obra puede ser un excelente punto de partida para profundizar en el pensamiento y la obra de Carlos, y para conectar con el mensaje de esperanza y amor que nos transmite. Se sugiere leerla con una actitud abierta y crítica, reconociendo que, aunque la autora ofrece una interpretación válida, siempre habrá diferentes perspectivas sobre la vida y la obra de este extraordinario hombre.