A mediados del siglo XIV, el Reino nazarí disfrutaba de su máximo esplendor. Los sultanes levantaban en la Alhambra palacios de ensueño. Columnas de mármol adornaban sus patios y las paredes estaban envueltas de panes de oro y lapislázuli. El hombre fuerte en aquella Corte esplendorosa era el visir Ibn al-Jatib; presidente, consejero, historiador, poeta y médico. Para sus opositores, un hombre de ambición desmedida, ávido de riquezas, que se disfrazó de místico y traicionó a su rey. Para sus adeptos, un hombre con pasión por la literatura, de desbordante actividad política, sagaz, erudito y dotado de una elocuencia asombrosa. Personaje clave, testigo y personaje principal de la época, de su mano conoceremos en esta novela histórica los entresijos de una Corte sembrada de rencores y ambición, donde morir en la cama era un privilegio que pocos alcanzaban.
En la turbulenta política granadina, la violencia y el crimen dominaban la vida cotidiana. Sultanes y visires se sucedían en el cargo, víctimas de conjuras, asesinatos y golpes de estado. Un período en el que se fraguaron grandes cambios políticos y militares: Castilla se desangraba en una guerra fratricida entre Pedro el Cruel y su hermano bastardo; Francia e Inglaterra batallaban en la interminable Guerra de los Cien Años; la Iglesia Católica estaba sumida en el Cisma de Occidente. Un tiempo que conoció el horror de la Peste Negra. Un siglo que constituye una de las temporadas de hierro de la narración de la raza humana, y que revivimos con insólita veracidad en esta apasionante obra.