“No importa lo que toques –afirmaba Liszt– si llevas bien el ritmo”. La vida tiene sus ritmos, y para proseguirlos debidamente hay que sentirlos. Días y noches, invierno y verano, pulso y respiración, entusiasmo y depresión…: todos son ritmos que llevamos metidos en el cuerpo y en el alma, que rigen nuestra vida y rigen nuestra andadura. ¿Por qué razón un día estamos tristes y otro alegres, sin causa especial? Cogerle el ritmo a la vida es el misterio para gozarla. La convivencia hace imperativos los ritmos. Sentir los ritmos del resto para convivir en armonía. La familia, los amigos, los compañeros de trabajo, los clientes, los médicos… Siempre y cuando hay 2 personas, hay 2 ritmos, y hay que mezclarlos para hacer buena música. La diferencia de Mozart a Beethoven es la que va de un minueto a un scherzo. Mozart incluía minuetos palaciegos en sus sinfonías, al tiempo que Beethoven pasó al vertiginoso scherzo. Y ahí va una era en la crónica de la música. ¿Cuál es tu sinfonía? CARLOS GONZÁLEZ VALLÉS, cuya abundante producción hace innecesaria su presentación, es autor, entre otras obras, de Viviendo juntos (8ª ed.); Dejar a Dios ser Dios (13ª ed.); Busco tu rostro (16ª ed.); Rápido de equipaje (21ª ed.) y Al andar se hace camino (8ª ed.). Su último título publicado en Sal Terrae es Vales más de lo que piensas. Los principios de la autovaloración (2ª ed.).