Precisábamos una lectura como la de David Lapoujade, quien ha navegado como nadie por la obra de Deleuze –haciendo un trabajo en la colección de sus textos desperdigados– y que edifica su lectura desde una voz propia, no como quien cotorrea una jerga. (¿Uno o varios papagayos?)
En este libro, llamado a volverse (si no estuviéramos ahora bastante anestesiados…) de referencia, Lapoujade logra tres o 4 cosas enorme y también inmediatamente necesarias para nosotros. En primer lugar, leer desde un término, el de movimientos aberrantes, el que es extraído como una constante del pensamiento de Deleuze, quien los busca aquí y allá. En segundo lugar, hacer el puente (estricto) entre obras distantes en apariencia, como Diferencia y repetición y Mil mesetas, pero no solo, y advertir los nombres diversos para una búsqueda común. En tercer rincón, pensar (con lucidez) el mundo de hoy y «estirar» el pensamiento ahora anticipador de Deleuze sobre las sociedades de control (nihilismo pasivo, máquinas con hombres adentro, hombres como mónadas, imágenes que reenvían a imágenes, dominio intersticial y englobante, etcétera.). Finalmente, pensar el afuera (contra lo abierto, no solo contra lo cerrado), pensar el desierto, lo inaceptable, la nueva tierra, el pueblo por venir, esto es la política de Deleuze; y pensarnos nosotros, la experimentación que somos, ahí dentro. ¿De qué forma crear un adentro que soporte el afuera… de tal forma que se quiera la mutación?