La publicación se organiza desde el esquema con el que el propio De Volder explica e ilustra su trabajo: un diagrama de conjuntos con el dibujo en el centro, como génesis de un sinfín de series y variaciones. Por su naturaleza expansiva y continua, por la inestabilidad y complejidad de sus formas, por conjuntar citas de todo el mundo pop con citas de la historia del arte, el diagrama funciona como síntesis y llave del cosmos De Volder. Beto De Volder abandonó el ambiente artístico en 1996. En lo que iba de la década, había ya participado de los espacios mucho más relevantes para su generación. Pero, dentro de una escena que se estaba despidiendo de los últimos resabios del expresionismo y abrazaba la causa neoconceptual, De Volder de fatigó de la exigencia de tener que justificar constantemente su trabajo. Reanudó entonces el dibujo, que había aparecido en sus primeras proyectos para transformarlo en el núcleo de su producción.