«Más que una crónica sobre la vida real, una aguafuerte acertada sobre la vida de un matador. Y Palacios es un experto en matadores.»
del prólogo de Enrique Symns
Rodolfo Palacios retrató en El clan Puccio a Arquímedes Puccio, su familia y la serie de raptos que sacudió a la Argentina. En Sin armas ni rencores, escribió la aventura del llamado «hurto del siglo» desde la óptica de los arquitectos del atraco al Banco Río como nunca antes nadie lo había hecho. En Conchita, vuelve a construir el pasado de Ricardo Barreda y los instantes en que pasó de ser un hombre común, inofensivo, a transformarse en un monstruo que asesinó a su mujer, a sus hijas y su suegra. Lo realiza con el trabajo y rigor de los que encuentran en las situaciones policiales un planeta de espéculos, más allá de la sangre y los grandes titulares.
El escritor y periodista consigue, además de esto, contar de una manera impactante la vida del hombre que salió de la cárcel y se fue a vivir con su novia Berta, apoyado en un sinfín de encuentros, cenas, paseos y entrevistas. En primerísimo primer chato. Es así como asiste a una rutina donde el dentista al que llamaban «Conchita» escoge decirle a su novedosa pareja «Chochán». Es entonces, en ese día a día al que asiste el cronista sorprendido, en el momento en que el paisaje se vuelve salvaje, insólito y desolador.