«Me llamo Sofía Miranda y no me peino, tengo una letra horrible, digo muchas palabrotas, odio cocinar, veo pelis malísimas que me encantan, tengo celulitis y una flaccidez en los brazos que es muy bestia. Soy madre soltera, adoptiva y doble. Solo sé que deseo vivir descalza el máximo tiempo viable (descalzos los pies y descalza la sesera) y que algún día no es un díade la semana, conque más me vale decidir YA». A mi lado hay dos señoras-chicas de 40 y pico con pinta de tener la vivienda superordenada. ¿De qué manera es esa pinta? Ya que van conjuntadas, planchadas, peinadas y charlan bajo. Me juego un ojo a que dejan cada cosa en su cajón, doblan perfectamente la ropa en la bolsa del gimnasio y llevan unos neceseres tan terminados como cuquis. Son de esas a las que yo admiro en el vestuario mientras embuto mi ropa sucia hecha una boñiga en una mochila que siempre y en todo momento es demasiado pequeña y en la que jamás hubo un peine porque me paso los dedos por la melena y me quedo tan ancha.Mientras que tecleo en mi portátil, intento acertar qué echaré más de menos en el momento en que me vaya de Nueva York y también intuyo que van a ser mis paseos con Marina, las cenas con las chicas sobre el césped de Bryant Park, las pizzas de Eataly frente al Flatiron Building, las conversas inacabables a la puerta del metro, las risas descontroladas. Y, sobr…